En la sierra de Collserola son muy abundantes los pinares de tipo secundario. Se trata de formaciones de aspecto forestal, dominadas esencialmente por el pino carrasco (Pinus halepensis) y en menor medida por el pino piñonero (Pinus pinea).

Acompañando a los pinos solemos encontrar algunas encinas o robles, y un sotobosque formado por plantas de ambientes abiertos: jaras (Cistus spp.), Romero (Rosmarinus officinalis), aulaga (Ulex parviflorus), etc. Estos pinares suelen ocupar antiguos terrenos agrícolas abandonados y zonas alteradas en recuperación o territorios de uso forestal. A menudo van asociadas a malezas y pastos secos.

El pino blanco es un árbol termófilo y fuerza resistente a la sequía (P> 200mm). Aunque es una especie basófila, también prospera sobre sustratos silíceos (esquistos) pero rehúye la arena. El pino piñonero, también termófilo, no es estrictamente silicícola. Prefiere suelos de textura más bien gruesa, por lo que crece bastante bien sobre el sablón (granito meteorizado).

La mayor parte de los pinares de Collserola corresponden en realidad a bosques mixtos en los que el pino carrasco (Pinus halepensis) forma el estrato superior, y las encinas (Quercus ilex), los robles (Quercus cerrioides) y otras especies rebrotadoras, el inferior. Encontramos, pues, un denso sotobosque conformado por las especies del encinar. De hecho, podríamos hablar de un encinar que queda oculto bajo los pies de pino blanco que sobresalen.
Por otro lado, encontramos los pinares de pino carrasco sobre formaciones vegetales de apariencia más abierta, que tienen su origen en antiguos campos de cultivo, especialmente viñedos, en el que el suelo había sido profundamente trabajado.

A comienzos del siglo XX, en buena parte de la sierra había cultivos y los bosques eran explotados intensamente. Los diferentes tratamientos agroforestales de nuestros antepasados ​​y el posterior abandono de estas actividades nos han dejado el mosaico de ambientes que encontramos hoy en día.
El abandono de los cultivos provocó la colonización de estos espacios por otras especies vegetales, lo que ha conducido al aumento de la superficie forestal en Collserola, y de manera general en Cataluña, en las últimas décadas.

En las zonas no cultivadas donde había un encinar típicamente mediterráneo, la actividad silvícola favoreció la presencia del pino carrasco, especie de crecimiento rápido que se destinaba a la producción de madera. Con la llegada del gas butano a los hogares, la explotación del bosque dejó de ser rentable. En los pinares abandonadas comenzó la regeneración de las especies rebrotadoras. Éste es el origen de los bosques mixtos de pino y encina que hoy en día encontramos en la sierra, en diferentes etapas de madurez.

Otra particularidad de los bosques de Collserola es que los pinos son más viejos de lo que aparentan. Cuando estos bosques eran explotados, periódicamente se hacían aclaradas. Se retiraban los pinos mejor conformados y se iban dejando los árboles de escaso interés forestal. Los estudios forestales demuestran que muchos de los árboles actuales han crecido en condiciones adversas, por ello, la relación entre el diámetro y la edad no siempre es la esperada.

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